Una vez en la vida

Un clásico de los concursos, Constantino Romero, era el director de orquesta del programa en el que empezaba participando todo el plató. Los espectadores-concursantes estaban divididos en 7 grupos de 30 personas cada uno. Se les hacían preguntas eliminatorias, de forma que algunas de las gradas iban quedando fuera de concurso gradualmente. La agilidad mental y la rapidez al pulsar los mandos de respuestas eran las habilidades que se premiaban, de forma que los más rápidos iban superando las eliminatorias. Después de varias preguntas, un sector (numerados alfabéticamente, del “A” al “G” ) era el ganador, consiguiendo 300.000 pesetas, es decir, 10.000 pesetas para dada uno de los espectadores de esa grada.

A partir de ahí, 20 de los espectadores de esa grada eran los elegidos, aleatoriamente por ordenador, para concursar en el plató. Las diferentes preguntas eliminaban a los concursantes, de forma que, al final, quedaba un ganador con una bolsa de 210 millones de pesetas que podía quedarse en propiedad en función del resultado de la última serie de preguntas, 7 en total. Cada fallo le suponía dividir dicha cantidad, de forma que 0 fallos suponían la consecución de los 210 millones; 1 fallo, 30 millones; 2 fallos, 6 millones; 3 fallos, 2 millones; 4 fallos, 1 millón; 5 fallos, medio millón y 6 fallos, 250.000 pesetas. Si el concursante no acertaba ninguna de las siete preguntas (para las que siempre podía escoger entre varias respuestas) se quedaba sin nada. El cuestionario final era, evidentemente, el momento más emocionante del concurso, ya que no se conocían los resultados hasta el final de las respuestas.